miércoles, 19 de junio de 2013

¿QUÉ HACER CUANDO UN COLABORADOR LLORA EN EL TRABAJO?





Amy Gallo, editora de Harvard Business Review en HBR Blog Network  del pasado 3 de junio planteaba lo que tenemos que hacer cuando un colaborador llora en el trabajo. En el trabajo pasamos muchas horas por  lo que es inevitable que los profesionales en ocasiones reaccionemos de forma emocional, tanto ante problemas personales como laborales. 

Como directivos debemos aprender a manejar estas situaciones. Con frecuencia interpretamos que para demostrar profesionalidad debemos ignorar, tanto nuestras emociones como las de aquellos que nos rodean. Esta es la norma en la mayoría de los ambientes de trabajo estadounidenses según las investigaciones de Jeffrey Sanchez-Burks, profesor asociado de management y organización en la Universidad de Michigan lo que choca con la realidad que es que difícilmente podemos estar a la altura de este estándar ya que no podemos abandonar  nuestros sentimientos en la puerta de nuestros trabajos. 

Gallo, por lo tanto propone que en lugar de ignorar las lágrimas de nuestros colaboradores debemos reaccionar  de forma adecuada siguiendo las siguientes recomendaciones:

1.- Actuar tal como somos. Sanchez-Burks aconseja abordar a la persona como si perteneciese a nuestro círculo social externo al trabajo para conseguir que las lágrimas fluyan en lugar de hacer como si nada pasase o reaccionar juzgando al profesional. La forma de hacerlo tiene que depender, también, de la cultura de la organización, de la relación que tengamos con ella y del tiempo que llevemos trabajando juntos.

2.- Averiguar qué ocurre en realidad. En ocasiones aunque la causa de las lágrimas parezca clara, puede ser que no lo sea tanto. Una vez que logramos que se liberen las emociones debemos llegar a la causa raíz para poder encontrar la forma de ayudar. Tenemos que demostrar nuestra disponibilidad mientras respetamos los límites que quieran marcar nuestros colaboradores. No tomarlo como algo personal si no están dispuestos a confiar plenamente en nosotros y vigilar la situación a distancia o pedir a otro profesional que esté más cercano que esté pendiente y compruebe que todo va bien. 

3.- Ofrecer  consejos sencillos si hemos identificado el problema como personal. Decir por ejemplo: "Lo siento", "Es una situación complicada", en lugar de "Todo va a ir bien" o "Lo que tienes que hacer es sacar fuerzas y seguir adelante". Siempre resistir la tentación de contar una historia sobre cómo hemos superado situaciones similares. 

4.- Ayudar a resolver los problemas si son de índole laboral. Buscar cómo se pueden ir solucionando los aspectos específicos que han influido y planificar líneas de actuación y el seguimiento periódico de su desarrollo. 

5.- No ejercer de psiquiatras. Pueden presentarse situaciones que no seamos capaces de manejar como la existencia de enfermedades mentales o drogadicciones. En estos casos, tras comprobar que son realmente la causa de los problemas, habrá que dirigir al colaborador para que busque la ayuda experta recomendable para cada caso.

6.- Estar atento y no esperar a que surjan las crisis emocionales. Facilitar el que los profesionales puedan expresar sus emociones y lo que les está afectando en sus vidas. Buscar momentos y lugares para poder hacerlo y para que puedan plantear sus dudas y problemas y poder ayudarles a solucionarlos antes de que aparezcan de forma explosiva. 

Los principios a recordar serían: 

a).- Actuar como lo haríamos en una situación social: se solícito y cálido.

b).- Mantener nuestras respuestas simples y centradas en el profesional.

c).- Proponer un plan para evitar que la situación se mantenga o progrese.

d).- No juzgar a los colaboradores que muestran sus emosiones en el trabajo. No es poco profesional llorar, es humano.

e).- No intentar que el profesional deje de llorar. Darle un pañuelo y dejar que el llanto fluya.

f).- No presionar a las personas para que nos cuenten lo que les pasa si ellos prefieren no hacerlo.

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