miércoles, 21 de enero de 2015

CÓMO LIDERAR A UN "SOLITARIO"


Las personas poco sociables o solitarias pueden ser profesionales brillantes, pero pueden afectar negativamente  el rendimiento de un equipo. En un artículo publicado en MindTools el pasado mes de diciembre se planteaban estrategias para evitarlo.
Normalmente este tipo de personas prefiere trabajar en solitario y con frecuencia son inteligentes y muy productivos si se les deja a su aire, pero muestran muy poco interés en compartir sus ideas y en socializar o colaborar con otros.
Es común que se les confunda con los introvertidos, pero existen dos diferencias fundamentales: los introvertidos, aunque prefieran trabajar solos y pueden intentar hablar delante de un grupo, son buenos oyentes y pueden tener un alto nivel de inteligencia emocional. Los solitarios, por el contrario, pueden sentirse perfectamente cómodos al hablar ante un auditorio, pueden ser expertos en su campo y tener un elevado impacto en los clientes debido a su alta confianza en sí mismos y energía, pero pueden mostrar poca inteligencia emocional o desechar las ideas de los demás porque prefieren centrarse en las suyas.
En un equipo se pueden detectar porque pueden parecer:
a).- Distantes.
b).- Desconfiados, cuestionando las habilidades de los demás.
c).- Perfeccionistas.
d).- Excesivamente centrados en su tarea.
e).- Autosuficientes.
f).- Insensibles y sin empatía.
g).- Seguros de sus habilidades.
h).- Inteligentes y creativos.
Los líderes para conseguir extraer lo mejor de estos profesionales pueden utilizar las siguientes estrategias:
1.- Procurar entender las causas por las que el profesional se muestra poco sociable. Algunas personas lo hacen porque les gusta trabajar solos, mientras que otros pueden ser tímidos, en cuyo caso hay que buscar las oportunidades en que se pueda comunicar sin problemas con el resto del equipo, posiblemente en grupos muy reducidos. En otras ocasiones puede deberse a la falta de habilidades de comunicación y será necesario facilitar su formación sobre cómo hablar en público, escuchar o redactar adecuadamente.
Es muy importante abordar al solitario con empatía, mostrando que le entendemos, que apreciamos su perspectiva y conocemos sus necesidades.
2.- Identificar sus fortalezas y debilidades. Maximizaremos su productividad si le asignamos más tareas acordes con las primeras. No hay que olvidar que los solitarios suelen ser muy capaces en un determinado campo y si se les ofrecen oportunidades para brillar pueden ser un factor positivo para el equipo. Una vez finalicen u proyecto se les deben proponer nuevos retos, siempre procurando concederles el tiempo y el espacio que necesitan.
Para minimizar sus debilidades se deben evitar delegar tareas que supongan trabajar con los demás o buscar personas con la que se encuentren cómodos para actuar como intermediarios.
3.- Encontrar qué es lo que les motiva. Hablar con el solitario para confirmar que realmente prefiere trabajar solo, ya que algunas personas pueden parecer que lo son pero en realidad lo que no saben es cómo trabajar con otros. Mantener una entrevista para sugerir que se puede integrar en u proyecto o equipo y facilitarle el coaching necesario para que se puedan ir  adaptando. Si rechaza la oferta nos encontramos ante un verdadero solitario.
Existen estudios que han mostrado que los solitarios perciben que van a existir pocos beneficios por pertenecer a un grupo, por lo que se pueden intentar indagar sobre qué les motivaría.
Existen ocasiones en que aunque se muestren reacios a trabajar en equipo no van a tener más remedio que hacerlo. En estos casos es fundamental que exista una buena comunicación, ser honestos sobre lo que esperamos de ellos y sobre la duración de la experiencia. Aclararle que una vez que termine esa tarea determinada podrá continuar con su forma preferida de trabajar.
4.- Fomentar la comunicación. Uno de los mayores riesgos de contar con miembros de un equipo que sean insociables es su  falta de comunicación con el resto del equipo, lo que puede llevar a que realicen trabajos incompatibles con los de los demás o a hacer tareas que ya han hecho otros. Se les debe pedir que informen regularmente al grupo de sus progresos y que asistan a todas las reuniones, para que entiendan los objetivos y el enfoque del equipo.
Hay que comunicarles, también, de cuáles han sido las posibles decisiones o cambios que se han podido tomar de forma informal e insistir en la repercusión  de su actitud en la moral del equipo.
Si su comportamiento no interfiere con la productividad del equipo se le puede permitir trabajar en solitario en un entorno en el que sienta mayor comodidad: teletrabajo o despacho individual, por ejemplo.


1 comentario:

  1. He conocido a algunos y son difíciles de gestionar, pero conseguida su confianza se encuentra uno a algunas personas estupendas

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